Creo no conocer suficiente para decir a ciencia cierta, donde existe un paraiso terrenal. Sin embargo, en varios lugares me he sentido en comunión con la naturaleza... algunos sectores campesino de la República (mas que nada por un tema emocional familiar); las Termas de Chillán, por el placer de deslizarse sobre la nieve; Huilo-Huilo, por los impresionantes paisajes, la nieve en verano, la montaña mágica.... en fin.
Aún así, por todo lo que disfruté, por la aventuras que tuve, por los amigos con los que compartí, por el cariño que recibí de quienes en ese entonces vivían ahí, me quedo con Chichintahue, un lugar perdido en el valle del río Queuco, al nor-este de Ralco, VIII región y donde muchas veces, pude aislarme, escuchar el silencio, ver impresionantes cerros estrellados, sentir la grandiosidad de la naturaleza y darme cuenta de que muchas de las cosas de las cuales disfrutamos hoy en día, no estarán en el mediano plazo.
Si revisan el blog, existen muchas referencias a las aventuras en Chichintahue. Acá, dejo algunas fotos y un saludo a don Beto y su señora por todo el cariño que he recibido de su parte.
Y el pase gol, va ahora para la Petite Genie, Aynna, Cristy y Solylunita.